Clínica Veterinaria El Escorial - Tortugas
   
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TORTUGAS

 

Los quelonios, comúnmente conocidos como tortugas, son reptiles que aún se pueden ver en algunos de nuestros ríos, lagos y pantanos. Su principal característica es la de poseer un caparazón duro que les protege de los ataques exteriores.

 

Este caparazón o “plastrón” también nos sirve para identificar a las diferentes especies de tortugas, ya que cada una de ellas poseen un diseño y coloración que las diferencia de las demás, e incluso sirven como una “huella identificativa” de cada individuo, es decir, algo similar a nuestra huella dactilar.

 

Las tortugas se han adaptado a todos los habitas posibles, así tenemos tortugas terrestres, tortugas de agua dulce y también, las grandes tortugas marinas.

 

Hay que tener en cuenta que muchas de estas especies están protegidas, por hallarse en claro peligro de extinción, por lo que si lo que queremos es tener una tortuga como animal de compañía, lo más aconsejable es acudir a una tienda especializada donde nos podrán asesorar de que animales podemos criar en cautividad.

 

Las tortugas terrestres criadas en cautividad, deben disponer de una instalación exterior de verano de las que no les sea posible escapar; esta instalación debe contar con un refugio para protegerse del sol, un pequeño estanque, poco profundo, y a ser posible, un terraplén de tierra, que conviene que esté encarado hacia el sur. Si hay que tenerlas en el interior, por no poder contar con este espacio exterior, deben estar en un lugar iluminado con luz infrarroja y ultravioleta, y contar con un espacio mínimo de unos 4 metros cuadrados por reptil.

 

En esta zona, el animal deberá además contar con un refugio, a ser posible, con techo desmontable, y un área de agua poco profunda, además de su zona de alimentación.

 

En cuanto a las tortugas de agua dulce, como la tortuga de florida, galápago europeo, tortugas del lodo o la tortuga de caparazón blando, sus necesidades requieren de un entorno con mayor predominio de agua, y también un área seca. Se debe mantener el agua limpia y a salvo de contaminación bacteriana, por lo que es aconsejable un sistema de filtrado incorporado, así como también un calentador  con termostato para mantener la temperatura del agua en torno a los 20 o 22 ºC.

 

La dieta de estos animales debe ser correcta y variada, ya que si no, esto podría tener consecuencias muy negativas sobre su salud.

 

Las tortugas de agua dulce, que son las más comunes en nuestros terrarios, se pueden alimentar con pescado (espadines, arenques, caballa, sardinas, chanquetes, etc.) y también con gambas, camarones y otros animales que pudieran encontrarse en su hábitat natural. En determinadas épocas del año, se podría complementar la dieta  con renacuajos, escarabajos de agua, larvas de insectos, caracoles de agua, lombrices y algunas plantas acuáticas como los berros. También se le puede dar pienso de gatos (remojado en agua durante 5 o 10 minutos) ya que les sirve como complemento vitaminico-mineral.

 

Las tortugas jóvenes deben disponer de un aporte de calcio en el acuaterrario (huesos de sepia, formaciones cálcicas comerciales, etc.). Hay que tener siempre en cuenta donde comen, ya que a  estas tortugas les gusta comer en el agua, pero los restos de comida van a contaminarla. Convendría, si es posible, tener un tanque de agua, sólo para darles de comer.

 

En cuanto al manejo de las tortugas, este es muy simple. Algunas tortugas son muy tímidas, y mantienen la cabeza escondida dentro del caparazón; con otras tortugas hay que tener más cuidado, ya que en caso de verse amenazadas, pueden intentar mordernos. Lo más fácil es sujetarlas por la parte superior del caparazón.

 

No es fácil determinar el sexo si sólo podemos observar a un ejemplar. Normalmente, los machos poseen una cola más larga que las hembras, y sus uñas tambien suelen ser más largas, con objeto de “sujetar” a la hembra en el momento del apareamiento.

 

Entre los procesos clínicos que pueden afectar a estos animalitos, tenemos, por ejemplo, la aparición de abscesos, sobre todo en las extremidades o en las articulaciones. Hay que vigilarlos, ya que si no se solucionan a tiempo, pueden llegar a afectar al hueso, provocando una “osteolisis” o disolución del hueso; en ese caso, la única alternativa seria la amputación de la extremidad.

 

Otro proceso frecuente es una “hipovitaminosis de vitamina A”. Aparece sobre todo en las tortugas de agua jóvenes. Esto se puede evitar fácilmente administrándoles una dieta equilibrada a base de pescado, gambas, camarones, renacuajos, pienso para gatos, etc.

También se pueden observar deformaciones en la boca, o procesos de ceguera, incluso la aparición de cataratas.

 

Otro problema que podemos encontrarnos si tenemos una tortuga hembra es una posible retención de los huevos; esto ocurre cuando la hembra no encuentra un lugar adecuado para llevar a cabo la puesta; si ocurre esto, es necesario que sea tratada por un veterinario que le inyectara una sustancia para favorecer la expulsión de los huevos.

 

Es importante evitar que nuestras tortugas sufran de un proceso de sobrepeso; esto se evita fácilmente estimulando un ejercicio moderado y evitando que su alimentación contenga alimentos ricos en grasas ( cremas, pan, mantequilla, pasteles, queso, etc...).

 

Estos animalitos tambien pueden padecer procesos de rinitis, que se caracterizan por la aparición de una fuerte descarga nasal acuosa o mucosa. En los casos más graves, las tortugas respirarán con la boca abierta y pueden llegar a hacer ruidos durante la respiración.

 

Si observamos que nuestras tortugas presentan un “caparazón blando”, suele ser debido a problemas en la dieta. Este problema se corrige normalmente administrando una dieta equilibrada, aunque en ocasiones también es recomendable añadir piezas de calcio en el agua.

Otro proceso relativamente frecuente es una estomatitis o 2descomposición de la boca”. Este proceso, más frecuente en las tortugas terrestres, puede tener un origen viral. Se caracteriza por que la superficie de la lengua presenta una patina blanquecina, como de lengua sucia. Es necesario llevar a nuestra mascota a un clínico veterinario, ya que en ocasiones la infección se puede pasar a traquea y esófago, provocando además que los animales dejen de comer.

 

Los golpes o traumatismos que sufren nuestras mascotas pueden provocar la aparición de fracturas o quemaduras en los caparazones, así como fracturas en las extremidades y lesiones en la piel.      

   
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